Se ha ido Ray Manzarek y lo cierto es que The Doors están reagrupándose en algún lugar. La tristeza de la marcha de uno de los músicos más influyentes de la historia queda compensada en nuestro imaginario con un hipotético reencuentro, en algún lugar, con El Rey Lagarto, seguro que con ganas de crear nuevos temas tan míticos como ya fueron (y son) “Light my fire”, “Alabama song”, “Stranges days” o “The End”.
Dicen que The Doors no sonarían como The Doors si no hubiese sido por su teclista, por Ray Manzarek. Y es verdad. El sonido tan característico de The Doors es obra de su inconfundible órgano Fender Rhodes donde Ray Manzarek tocaba las melodías del bajo con la mano izquierda y las del órgano con la derecha. Ese sonido unido al carisma de Jim Morrison convirtió a The Doors en uno de los grupos imprescindibles de la historia de la música y de la cultura popular con más de 100 millones de discos vendidos en todo el mundo.
¿Quien iba a pensar que aquel (re)encuentro en 1964 entre Ray Manzarek y Jim Morrison iba a provocar un alud de creatividad en forma de The Doors junto a Robby Krieger (guitarra) y John Densmore (batería)?
6 largos desde 1967, el primero fue de nombre homónimo, The Doors, seguido de Stranges Days (1967), Waiting for the sun (1968), The Soft Parade (1969),Morrison Hotel (1970) y L.A. Woman (1971). este último publicado tras meses antes de la muerte de Jim Morrison a los 27 años en París.
La historia de The Doors siguió, se publicaron más discos, pero ya no fue lo mismo, el binomio Morrison/Manzarek con su marcado sonido blues con gotas de rock y psicodelia se reúne ahora en alguna parte y en algún momento, mientras, aquí en La Tierra, echaremos de menos a Manzarek y brindamos por ese reencuentro.