Un (antiguo) Palacio de los Deportes con aforo para 15.000 personas y dos conciertos con el cartel de completo en ambos, ponen el broche de oro a un final de gira en el que Vetusta Morla vuelve a hacer historia.
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No ha quedado rincón de la geografía española que no haya coreado los temas de “La Deriva”, el tercer disco de Vetusta Morla, del que sus seguidores no han querido perderse una despedida que prometía ser especial, y que no defraudó a nadie el pasado fin de semana en Madrid.
Las entradas para el concierto del sábado 21 llevaban meses agotadas. Para muchos que el grupo de Tres Cantos cuelgue el cartel de sold out no es algo nuevo, pero esta vez era diferente; ni el frío, ni las largas colas, ni las estrechas medidas de seguridad por la alarma terrorista, originada en París días antes, impidieron a los cerca de 15.000 asistentes decir adiós a “La Deriva” como se merecía.
El protocolo de seguridad retrasó casi media hora el comienzo del concierto, sí, pero desde el mismo momento en el que uno ponía los pies en el interior del Barclaycard Center todo lo demás pasaba a un segundo plano. La energía que se respiraba era de esas que hacen presagiar que va a pasar algo grande ¡y vaya si pasó! ya que disfrutamos de un directo sorprendente, lleno de fuerza y donde todos y cada uno de los integrantes del grupo echaron el resto sobre el escenario en un fin de gira sencillamente espectacular.
El pasado mes de Mayo me tiré a pie de pista donde solo la multitud te arrastra por la emoción que desprenden (los que me conocen saben que no soy de estar en primera fila para disfrutar de un concierto), pero esta vez quería vivirlo desde las gradas y comprobar si realmente la fuerza del que es considerado el grupo de música independiente por excelencia, era capaz de causar la misma sensación en mi ¿volvería a vivir la épica del primer “Palacio”? La respuesta es sí, y en mayúsculas.
El público aún estaba entrando cuando uno de los temas principales de la BSO de Los Ríos de Alice comenzó a sonar como la antesala perfecta a lo que nos esperaba las cerca de dos horas y cuarto siguientes. “La Deriva” fue el primero de los 26 temas de un setlist que no distó del que vivimos meses atrás. El objetivo de repetir la hazaña dos días consecutivos era todo un reto que cumplieron con creces con algunos temas nuevos, un sonido limpio y contundente y una conexión que pocos grupos consiguen con sus seguidores sobre el escenario.
Apenas llevaban dos temas cuando recibimos el primer “Golpe Maestro” que dio el pistoletazo de salida al karaoke ya asiduo en sus conciertos, y en el que el tema por excelencia sigue siendo “Copenhague”’, todo un himno y la canción favorita de muchos. Es cierto que en la pista la euforia se contagia, algo que visto desde las gradas es impresionante, sobre todo porque en las mismas estábamos viviendo el concierto con la misma intensidad. En esta ocasión he de decir que el grupo supo marcar especialmente bien los ritmos del concierto, bajando la adrenalina cuando tocaba y subiéndola como nadie. Enlazando canciones como si fueran una dotándolas de un carácter diferente que sí, rezumaba nostalgia, como si los recuerdos de todo lo vivido a lo largo de esta extensa gira se apoderase de ellos, pero trasmitiendo una fuerza admirable después del salto mortal con el que nos han sorprendido en este disco.
Los bailes de Pucho, marca de la casa, comienzan a hacer aparición. Los brazos comienzan a agitarse con fuerza y aparecen las primeras reivindicaciones de la noche “Gracias por la valentía de venir esta noche a celebrar la música, el ocio y la humanidad. Es mejor que ser una mosca en la pared. Mucho mejor venir a celebrar la vida” porque si algo quedó claro la noche del sábado fue que este era un macro concierto sin miedo en el que París estuvo presente: Los colores de la tricolor así lo demostraban, igual que los coros de “Tour de Francia”. Pero el tono social no acabó ahí, “Baldosas amarillas” o “Sálvese quien pueda” no podían faltar, como tampoco lo hizo “Lo que te hace grande” o “El hombre del saco” tras el que llego el momento que algunos bautizaron como Monstruo Vetusta. Aún nadie se explica como con la seguridad del recinto consiguió colarse tal intruso en el concierto ¿lo que simboliza? nadie lo sabe, pero algo me dice que en los próximos días nos darán pistas de ello.
Llegan los bises, fueron varios, cada uno de ellos más apoteósicos en el que el sonido de los instrumentos, así como la voz de Pucho parecían cobrar un matiz especial, y donde me sorprendieron de manera muy grata las guitarras de Guillermo Galván y Juanma de la Torre en el final de “Maldita dulzura”. Se acerca el momento, y aunque nos resistíamos a ello llegó la despedida… Como pasó en Mayo “Los días raros” es el tema elegido para finalizar otra gran noche en la que muchos nos sentimos partícipes de algo grande, y en la que el adiós, lejos dejar un sabor a nostalgia, dio paso a una sensación de euforia que se reflejaba en los cánticos del público mientras se desalojaba el (antiguo) Palacio de los Deportes.
Ahora les queda Alemania, Suiza y Austria donde se publicará La Deriva el próximo 6 de diciembre y que les depara un final de año intenso, tras el cual se tomaran un descanso “sin fecha de regreso”, como el mismo Guille Galván declaraba hace unas semanas durante un encuentro digital en Europa Press. Falta les hace ya que el trabajo que llevan a sus espaldas bien les ha merecido la pena, porque en ocasiones solo vemos un grupos o cantantes, olvidándonos de las personas que hay detrás, ellos incluidos, y que hacen posible que este Pequeño Salto Mortal ya no tenga nada de pequeño.
Bianca Ruano