Corría una brisa fresca en Madrid el pasado jueves, demasiado fresca para mediados de mayo en el hemisferio norte, agradable si estuviésemos en el hemisferio sur por estas fechas, pensaría un grupo de amigos venidos, qué sé yo, de Argentina por ejemplo. Eso dirían los chicos de Él Mató A Un Policía Motorizado que llegaban a la capital gracias a SON Estrella Galicia menos de un año después de dejar pequeña la sala Moby Dick y tener que añadir una fecha más. Esta vez no les pilló de nuevas y eligieron la Sala But para que nadie se quedase en la puerta conformándose con sentir la vibración de las paredes del local. Una excusa perfecta y una ocasión estupenda para volver, sin necesidad de tener disco nuevo o canciones que presentar, simplemente por el hecho de satisfacer a unos fans que aumentan exponencialmente viendo la cantidad de gente que había en la sala.
Para ir calentando motores Tachenko abrieron la noche con la gente respondiendo desde el primer acorde. Los maños repasaron ese gran repertorio que atesoran desde hace más de diez años mientras que la sala se iba llenando con los rezagados que entraban bailando como si cada guitarrazo fuese la mano que mueve los hilos de una marioneta. 45 minutos después, los ex Niño Gusano se despidieron dando paso al plato fuerte de la noche con el ambiente en bandeja.
Salieron a escena EMAUPM entre los vítores de los presentes, con dos guitarras, bajo, batería y teclado. Austeridad en el escenario, sí pero, aunque a algunos les cueste creerlo, hay grupos que no necesitan de artificios que camuflen su falta de talento para hacer un buen concierto. Santiago Motorizado puede dar buena cuenta de ello: un anti frontman que consigue meterse al público en el bolsillo simplemente moviendo el micrófono como si les estuviese bendiciendo; si no han tenido ocasión de verle, imagínense a Hurley de Lost cantando como Jota de Los Planetas con acento argentino y entendiéndole un poco mejor. Entrañable.
La elegida para empezar el viaje fue Nuevos Discos (la similitud de los primeros acordes con Just Like Honey es sorprendente) con todos coreando la mágica estrofa “nuevos discos, nuevas drogas” como si solo fuese una voz. Cuatro minutos y ya se veían ojos vidriosos. Continuó la velada con El Día del Huracán y Vienen Bajando, echando la vista atrás a sus primeros trabajos y dejando un poco fríos a los seguidores de nuevo cuño que se volvieron a enganchar con La Cobra de su último disc(az)o La Dinastía Scorpio. A estas alturas Él Mató A Un Policía Motorizado ya habían conseguido impregnar toda la sala con su ruido pegajoso y denso, una atmósfera perfecta para lo que estaba por venir.
Navidad de Reserva sonaba mientras Santi arengaba al respetable con el mástil en alto cual entrenador motivando a sus pupilos en la banda hasta llevarles de viaje hacia Dos Galaxias. En este momento del concierto llegaron las primeras palabras de agradecimiento para encadenar con la contundente El Último Sereno, la calmada Terror y la coreada Chica Rutera. Una montaña rusa de emociones que pasaba de la felicidad a la alegría y vuelta a empezar. En las calles se empezó a escuchar a un Viejo, Ebrio y Perdido para después encontrarnos con el Amigo Piedra que nos ayudó con el auto desde el que vimos Mujeres Bellas y Fuertes (valga la redundancia). Bendito tríptico.
Se intuía el final y así nos lo anunciaron los argentinos con Chica de Oro, de las canciones más celebradas de la noche pero la cosa no se quedaba ahí porque pusieron a todo el mundo a bailar con Mi Próximo Movimiento antes de El Fuego Que Hemos Construido. El final anunciado llegó tres canciones después pero solo era un espejismo porque quedaba un bis de lo más suculento con Santiago a la guitarra por primera vez para poner patas arriba la pista de baile con Navidad En Los Santos, Más o Menos Bien y Yoni B, del tirón, sin respirar, sin ganas de que acabase el conciertazo que había gestado Él Mató A Un Policía Motorizado.
Nos lo imaginábamos pero cuando terminó el concierto lo pudimos confirmar: el 22 fue nuestro día favorito del mes.