Puede parecer un tópico en las crónicas de los festivales, pero en este caso es completamente cierto. Nos gusta la música. Nos gustan los festivales. Somos unos apasionados de todo lo que se mueve en torno a estas grandes iniciativas.
Este año, en Aranda, el Sonorama Ribera ha vuelto a ser una de esas citas ineludibles con la música. Muy implicados con la música hecha en nuestro país, es uno de los referentes veraniegos y es capaz de congregar a gente de toda la geografía, unidos por un cartel sumamente atractivo y coherente.
Esta es la crónica de un solo apasionado de la música, que armado con su iPhone pudo ir twitteando los concierto, y ahora hace la crónica, personal y puede que discutible, de todos los conciertos en los que pudo estar, que no fueron todos los más de 120 que se hicieron en esta edición del Sonorama ribera.
Empecemos a desgranar un poco todo lo que hemos vivido, y que twitteamos en su momento, completamente en directo y con la rigurosidad (y los fallos) de quien lo está viviendo en primera persona, y además de disfrutar como un sonorito más, además estuvo contándolo a todo el mundo mediante la cuenta de twitter de Corrientes Circulares (@Ccirculares)
Este año, el festival ha tenido una duración superior a la habitual de tres jornadas. Aprovechando la festividad del 15 de agosto que era lunes, la organización se propuso el reto de ofrecer un día más de conciertos y convivencia a todos los asistentes, con el detalle de mantener el precio habitual del festival.
Como es costumbre, el jueves fue la jornada inicial, de entrada gratuita para todos los abonados y la demás gente que quisiera acercarse al recinto del festival. Pero no por ser gratuito se puede decir que se escatimase en calidad. El programa del jueves prometía mucho, y lo ofreció a todos.
Arrancó el festival con la actuación de La sonrisa de Julia, un grupo de pop que salía al escenario Heineken a defender su cuarto disco, acompañados de la formación habitual de batería, teclado, guitarra y bajo. Un conjunto sónico que demostraba lo bien que puede sonar el escenario principal del Sonorama. Acto seguido, y como respuesta a este concierto, en el escenario Ribera empezó a sonar el potente bajo de Eladio y los Seres Queridos. Para el que no lo sepa, uno de las grandes apuestas del Sonorama es que nunca se solapan los conciertos de los dos escenarios principales, sino que se van alternando, como respondiéndose uno a otro.
En el escenario Heineken tocó un Coque Malla, invitado dos días después a tocar con la Orquesta Poligonera, con un pop tranquilo, sin el desgarro y la pasión casi rockera de sus inicios en Los Ronaldos, pero mucho más melifluo en las letras y adulto en los acordes.
Desde ese momento, la noche fue dejando entrar a todos los grupos que encabezaban el cartel de ese jueves arandino. Los siguientes fueron los chicos de Miss Caffeina, que contaron con la colaboración de Zahara para hacer una versión exquisita de “Qué sabe nadie” de Raphael, encima del escenario Ribera, que aunque no llegó al sonido del escenario Heineken esa noche, si derrochó cantidades de buen hacer y de promesas del pop nacional.
Como es habitual en los jueves del Sonorama, el siguiente grupo fue un clásico del rock español, una especie de homenaje a todos aquellos que siempre han estado ahí y que, sin ser muchas veces referencia directa para los grupos actuales, sí que son precursores en la industria musical española y se les debe mucho. En este caso fue La Frontera, el grupo de rock de carretera y fronterizo por excelencia. Estuvieron dando cuenta de todos sus éxitos, animando al público entre canciones de forajidos, duelos al sol, calaveras y whisky. Todo un recital que encajaba perfectamente con la propuesta que dos días después harían desde Dos Bandas y un destino.
Los escenarios en el Sonorama, los escenarios principales, se entiende, no solapan sus conciertos, pero sí que sucede esto con los conciertos de la carpa Future Stars. Una carpa cuyo nombre puede parecer que es para grupos nóveles, pero que tuvo a muchos grupos ya muy rodados en la escena indie española, aunque puede que no tuviesen la tirada mediática de los grupos que estaban citados en los otros escenarios. Por este motivo, durante el concierto de La Frontera, en esta carpa estaba sonando Blame de Dog, haciendo una versión completamente personal y divertida del Girls just wanna have fun de Cindy Lauper, todo un guiño ochentero,que acompasaba bien el sonido fronterizo, por la contemporaneidad de los temas.
Terminando La Frontera con el clásico “El límite”, el público comenzaba a emigrar hacia el escenario Ribera, para coger buena posición para ver a los gallegos de Triángulo de amor Bizarro. Toda una propuesta de rock desgañitado, estridente y casi doloroso por momentos, pero que consigue con esos sonidos la catarsis del público que otros no pueden llegar a provocar.
Acabado el concierto de los de Triángulo, con las guitarras a punto de explotar, sólo quedaban dos conciertos que estaban empezando a sonar, los alicantinos, murcianos de adopción de Varry Brava y los Sex Museum, un colofón espectacular para una primera jornada de Sonorama que, pese a los problemas de sonido de algunos momentos, estaba claro que iba a ser un gran festival.
El segundo día del Sonorama arrancó con una de las señas de identidad del festival y que se ha ido extendiendo a diferentes festivales, los conciertos gratuitos en la plaza. Este año, como en ediciones pasadas, podíamos encontrar en dos plazas muy cercanas entre sí, la Plaza del Trigo y la Plaza de la Sal. En la primera estaba instalado el Escenario Bodegas, en la segunda el autobús de Red Bull.
En el escenario Bodegas pudimos disfrutar de los conciertos de Cyan, Stay y Fuel Fandango en esta jornada. Stay con parte de los integrantes de Sunday Drivers, y Fuel Fandango con una puesta en escena y una energía inusitada, que pese a los más de 30 grados que hacía ese día, hizo que la gente estuviese entregada y bailando, coreado el consabido son de “escenario principal” El grito de guerra de los sonoritos, dedicado a los grupos que triunfan en los escenarios pequeños, se lo llevó Fuel Fandango por una versiones absolutamente bailables y dinámicas que supieron encender en todos los asistentes aquello que el calor y el sol no habían podido encender hasta el momento.
Los conciertos de la tarde, ya en el recinto del Sonorama, empezaron con Bigott y Tachenko dándoles la réplica. Los zaragozanos demostraron que el accidente de tráfico sufrido junto a Mica P. Hinson no les pasó factura y pudieron dar un conciertazo de nivel, con la versión de “Mediterráneo” de Joan Manuel Serrat incluida, y su nuevo éxito “Apúntame a mi primero”
Los Campesinos! Dieron buena cuenta de sus guitarras y sintetizadores para hacer bailar a la gente, era uno de los grupos estrella extranjeros de este año para el Sonorma 2011 y eran muy esperados, pese a ser recibidos a una hora tan temprana como las 20:30 horas.
Uno de mis momentos del Sonorama 2011 llegó con el concierto de Niños Mutantes. Conocedores de su trabajo, divertidos, y queridos por el público, se entregaron con canciones de Las noches de insomnio, Mano, Parque Paseo, Otoño en agosto y El Sol de invierno. Además de su siempre bien recibida versión de “Como yo te amo”, que siempre levanta pasiones. Para acabar llamaron al escenario a 10 voluntarios, entre los que tuve el placer de estar, para hacer los coros de “La Voz”, en la versión tabernera, antes de que ellos se encargaran de cerrar el concierto con la versión propia de ese tema.
Un plato fuerte nacional en el escenario Ribera sólo puede ser contestado en el escenario Heineken por otro astro del panorama nacional, como es Nacho Vegas, con un pop envolvente y más lúcido de lo habitual, consiguió llevar a otro universo a todos los que coreábamos sus temas.
Mientras tanto, en el escenario Future Stars, estaban Guadalupe Plata, nuestro gran descubrimiento del Low Cost Festival de éste año, que mezclaban de manera contundente sonidos cercanos al shoegaze y a la música fronteriza mexicana.
En el escenario Ribera, Catpeople se propuso que todos sudásemos y bailásemos en la noche arandina, y así fue, mientras en la carpa, Hollywater daban un conciertazo más allá de lo que estaba previsto para esta carpa, y que sin duda podría haber tenido cabida en otro escenario, aunque fuese a una hora más incomoda como las privilegiadas 23:15 a las que tocaron.
Sexy Sadie, reagrupados como banda después de un largo parón, y ahora también como banda oficial de la gira de Amaral (que actuarían dos días después, pero a eso ya llegaremos en su momento), demuestran que el reencuentro les sienta bien, aunque hicieron un concierto más comedido en temas y tiempo que en el Low Cost Festival.
Second son uno de esos grupos que han forjado tablas en los últimos años en los escenarios españoles y que suelen ser asiduos al Sonorama, por lo que el cariño era recíproco y se notó, supliendo algunos pequeños fallos que no deslucieron el resultado final.
La bomba de la noche la llevaba entre manos el gran Iván Ferreiro. Comenzó el concierto con la sintonía de MGM y acordes de Expediente X, todo listo en el escenario Heineken para que desde su piano y con su inconfundible voz nos regalase temas tan duros como “Farenheit 451”, emotivos como “Ciudadano A” (y aquí en Berlí, vendiendo Europa a los americanos cantamos a una voz con Ferreiro, sabiendo que esa frase lleva implícito más que la realidad que describe), “El viaje de Chihiro” “S.P.N.B.”… lograron arrnacar más de un sentimiento convertido en fugaz lágrima de emoción o la sensación de poner los pelos de punta.
Cerrando la noche, Delorean arrancó, aunque con el retraso acumulado de los conciertos anteriores, para ofrecer a los sonoritos el concierto que el Sonorama 2010 no pudo ofrecer por problemas técnicos.
El broche de los escenarios lo pondría Dorian, con el inconfundible sonido cercano al tecno que imprimen Marc y Belly con sus instrumentos, sintes y esa guitarra piano impresionante. Un final de conciertos que tuvo su continuidad en la carpa Djs con los increibles pin & Pon Djs haciendo que todo el mundo estuviese hasta que rompió el alba y más, bailando y riendo.
Una gran jornada de Sonorama 2011.
El sábado de Sonorama empezó con los escenarios del pueblo, más una novedad que integra a los más pequeños en el festival, el Sonorama Baby, una experiencia musical y educativa para los más pequeños, en la Plaza Mayor de Aranda y que se llevó a cabo sábado y domingo.
Los tres conciertos del escenario Bodegas de este día fueron Disco las palmeras, y nuestros amigos de Hola a todo el mundo y Dinero.
HATEM dió un concierto colorista y atrevido, con indumentaria a juego, para resaltar entre el resto de grupos y revelar la esencia folk de esta formación tan interesante. La plaza estaba completamente llena de gente, pasando un agradable rato, cantando y sintiendo la energía positiva que desde el escenario se estaba transmitiendo.
Dinero salió dispuesto a romper todos los moldes. Sabedores de cómo exprimir al máximo un escenario, ya sea como teloneros de Foo Fighters, como cabeza de cartel de cualquier evento o como líderes indiscutibles de la jornada matutina en Aranda, consiguieron hacer saltar a todo el mundo con un sonido potente pero claro, directo y fuerte pero adaptable a todos. Un concierto digno de mención y del que todo el mundo estuvo hablando esa jornada y durante el resto del festival.
Ya por la tarde, y de vuelta al recinto del Sonorama, pudimos ver abriendo el escenario Ribera a Mishima, con la formación actual y defendiendo el pop en catalán como una de las bazas del nuevo pop que se está haciendo en España, por encima de lenguas y regiones. Toda una muestra de habilidad sonora y delicadas letras bien casadas.
En el escenario Heineken, después de haber actuado José Ignacio Lapido en el mismo, salió a escena otro de los referentes del pop nacional, esta vez llegado desde Galicia y tras su experiencia con la “caravana americana”, se trataba de Xoel López, que tras la madurez de dejar atrás a la formación de Deluxe que le abrió puertas al público mayoritario, ha vuelto a un pop más puro, minimalista, e incluso experimental, como era ese teclado activado por viento que sacó a escena.
La Orquesta poligonera es un proyecto personal de Iván Ferreiro que ha involucrado a su hermano Amaro, a Coque Malla, Santi Capote y Guille Mostaza de Ellos, Anni B. Sweet, Nico Pastoriza y Ale, Noni y Alfredo de Lori Meyers. Todo un grupazo por encima de discográficas, sellos y otras visicitudes del mundo de la música. Este experimento funcionó bien en su inicio y se ha repetido en otras ocasiones, probablemente la última haya sido en este Sonorama, según informaban algunos medios. En el concierto pudimos gozar de las versiones personales que este grupo de amigos tan geniales, o estos genios tan amigables, nos regalaron. Desde Family a autoversiones de Ellos, Iván Ferreiro… y como colofón el “Ni tú ni nadie” de Alaska (y Dinarama)
Con tan buena sensación en las venas, los valencianos de La Habitación Roja, que también estuvieron en las ondas de Corrientes Circulares para una entrevista acústica, tocaron muchos de sus temas de Universal, con la compañía de todo el público en temas como “Febrero” o “Cajas tristes” y nos hicieron saltar y rememorar muchas cosas con temas como “El eje del mal”
Dos bandas y un destino, otra formación que surgió de fusionar grupos, esta vez Los Coronas y Arizona Baby, nos ofrecieron un repertorio de surf sureño, con algunos tonos del country tradicional del medio oeste americano. Por desgracia, esta formación tan novedosa pronto se extinguirá, según dijeron los componentes en el escenario, para proseguir sus caminos que empezaron por separado. De todos modos nos consta que ha sido fructífera la unión, aunque temporal, y seguro que alguna vez más los veremos juntos, aunque sea en colaboraciones.
En el escenario Heineken, y rozando la media noche, saltaron los chicos de Supersubmarina a entregar a un público mayoritariamente joven y femenino, un directo de su disco “Electroviral” y de los temas que sacaron en su EP “Relimentación”. Comenzaron con el “Kevin Mc Allister”, toda una seña de indentidad en sus conciertos de este año, y el detonante para las siguientes canciones, que suelen caer una tras otra arropadas por el público que corea y retroalimenta al grupo. En “Cientocero” dejaron que les acompañara al escenario Cristina Pedroche, la reportera de Neox que es amiga del grupo. Todo un guiño que bien les valió unos minutos en la cadena de TDT de Antena Tres en una buena franja horaria. Supersubmarina sonó bien, falto de decibelios y probablemente de repertorio, pero estamos seguros de que eso se podrá arreglar con su esperado segundo disco, y quizá una adecuación a escenarios en los que estén más cómodos los de Jaén.
Shout Out Louds tomó el escenario Ribera a la hora que debería de haberlo hecho El Columpio Asesino, pero los suecos reemplazaron el sonido contundente de los navarros por unos acordes casi minimalistas, acompañados por un vestuario en blanco y negro, pulcro y frío, muy adecuado para esos sonidos que en ocasiones invitaban más a la reflexión que al baile.
Siguiendo el programa previsto << rinôçérôse >> estuvo en el escenario Heineken, con vestimenta también en blanco y negro pero con sonidos eléctricos y guitarras psicodélicas para sacar al público de un letargo casí límbico en el que se encontraba. Un concierto muy parecido al que ya hemos visto en otras ocasiones como en Benicássim, pero mucho más maduro en cuanto a cohesión de la banda y sabiendo dosificar la energía del público hasta llegar al clímax.
Por fin, y cerrando el escenario Ribera, llegaron los esperados navarros de El Columpio Asesino, una banda que no deja indiferente por sus letras, su formación en la que se encuentran todos los integrantes en el frontal del escenario, puesto que su cantante es también batería del grupo, y la fuerza de alguno de sus temas, llamados a convertirse en grandes hits ya no del año, sino intemporales. Cerraron el concierto con los dos temas más populares del momento de la banda, “Perlas” y “Toro”, que es la canción más impactante que hemos oído en Corrientes Circulares este año, y que desde el primer momento hemos defendido como uno de los temas más relevantes.
Con la actuación de El Guincho se cerraba la jornada del sábado del Sonorama 11, marcada por la cantidad de regiones de España representadas en un mismo espacio, conviviendo y ofreciendo a un público respetuoso y con muchas ganas de diversión, lo mejor de cada uno.
Y como todo tiene un final, llegamos a la cuarta y última jornada del Sonorama Ribera 2011. Esta vez, de domingo y con los tres escenarios de día llenos de gente. A penas se apreció la falta de gente que se marchó el domingo, tan solo a primera hora de la mañana, en el concierto de las 12 en el escenario Bodegas, que nos ofreció Medelia, se pudo observar una disminución del número de público, motivada también por el cansancio acumulado de tres días de intenso feestival.
Medelia es un grupo relativamente nuevo, que sacó al mercado su primer disco en julio de 2011, con unos sonidos entre She & Him y el country alternativo de los últimos años, nos dieron un concierto para descubrir, aunque algunos fans estaban en primera fila y se les notaba conocedores de la música de Medelia desde tiempo atrás.
Alex Ferreira, excantante de Las Piratas, como él mismo dijo, para aquellos que aún le vinculan por el nombre a Iván Ferreiro, puso la plaza en pie, y consiguió que se llenase como si fuese viernes o sábado, con la misma cantidad de gente y de energía.
Los componentes de Mucho, integrantes algunos de ellos de Sunday Drivers, salieron al escenario para conquistar al público esencialmente femenino, con temas como “Vais a saturar”
En la última jornada de los escenarios del Sonorama hubo un incremento considerable de gente. Se puso a la venta una entrada especial sólo para el domingo, puesto que ese día se contaba con la actuación de Amaral, cerrando el festival, y con su único concierto de la temporada, antes de sacar el nuevo disco que están ultimando. Este incremento de público se notó en varios aspectos, el más importante en el cambio de gente, pues si los sonoritos suelen ser de una edad y motivación musical determinada (normalmente jóvenes con gusto por el indie y el pop nacional), en esta jornada pudimos ver a muchas familiar, padres, madres y niños más o menos pequeños, esperando para ver a Amaral, con el desconcierto que les supuso, y eso se veía reflejado en más de un rostro, grupos como Cycle. Otra de las diferencias que marcó este nuevo público fue que un nutrido grupo acaparó las primeras filas del escenarios Heineken desde casi primera hora, a la espera de que llegase el tan deseado momento de ver al grupo que habían ido a disfrutar.
Mientras todo esto sucedía, los conciertos se seguían desarrollando con normalidad, y además hubo grandes momentos de los que Corrientes Circulares fue testigo en primera persona, y primera linea.
El concierto de Ellos, en el escenario Ribera no defraudó a nadie. Los seguidores habituales de Guille Mostaza y Santi Capote pudimos deleitarnos con otra de sus actuaciones en las que Santi aparenta estar al margen de todo lo que sucede en el escenario, aunque es muy consciente de cada paso que da Guille, y éste canta, interpreta y gesticula cada una de las canciones, enfatizándolas hasta límites que rozan el paroxismo. Todo un espectáculo divertido y fresco como cada uno de sus temas.
En el escenario Heineken, Fernando Alfaro dió un recital de música con letras crípticas, cargadas de poesía urbana, a veces demencial y a veces melancólica. Letras entre las alucinaciones psicodélicas y la visión costumbrista del mundo según este genio que no todo el mundo, al menos no todo el público, llegó a comprender en su totalidad, pero que nos hizo sentir realmente especiales con temas como “Camisa hawaiana de fuerza”
Rompiendo la tendencia que había marcado Alfaro hacia la música más intimista y letras complejas, Idealipsticks propusieron un contrapunto marcado por ritmos que invitaban a bailar y saltar, olvidando el cansancio de días anteriores y con la fuerza suficiente para convocar delante del escenario Ribera a casi todo el público que a esa hora estaba en el recinto (descontando a aquellos que se aferraban a su obsesión de primera fila para ver a Amaral)
Siguiendo el ritmo impuesto, y en un in crescendo imparable en los ánimos del público, Hidden Cameras empezaron en el escenario Heineken a tocar algunos de sus temas de su quinto álbum “Origin: Orphan”, con un Joel Gibb en pantalón corto negro y camiseta blanca de tirantes que, sin llegar a ser uno de los “happenings” a los que la banda tiene acostumbrados a sus fans, sí hicieron cantar a la gente con éxitos como el “Hump of bending”
La Bien Querida realizó un concierto que se nos antojó breve, armada con su guitarra acústica en un primer momento, y arropada Ana por toda la banda, sacó punta a los temas de sus dos discos, dejando en el tintero alguno, pero acariciando con su particular voz la mayoría de ellos, desde “9,6” hasta “De momento abril”, y rodeada por las pompas de jabón que desde diferentes puntos del público y de manera espontánea, estuvieron brotando durante todo el concierto, configurando una mágica atmósfera junto a las luces rosas y azules del escenario Ribera.
Llegados a este punto, coincidieron dos conciertos en el Sonorama que nos tenían el corazón partido. Por una parte Montevideo, un grupo que ya el año pasado había estado en escenarios principales con grupos como Love of Lesbian o Placebo, estaba relegado a la carpa Future Stars, con el público asistente coreando, una vez más, la unánime petición de un mejor escenario para una banda de este calibre y con un potencial tan grande. Y de otro lado, llenando el escenario Heineken, los escoceses de Teenage Fanclub, con un pop blanco y cadencioso que llenaba de buenas sensaciones a todos los asistentes que sabían que en ese escenario, poco después, estaba llamada a llegar la estrella de la noche.
Antes de la llegada de Amaral al escenario Heineken, y cerrando el escenario Ribera hasta el año que viene, Cycle quiso dar muestra de sus ritmos electrónicos, bailables y rápidos, más propios para cerrar un festival que el concierto posterior, pero que supo a un verdadero cierre para los sonoritos que no se quedaron a ver a Amaral. “Confusion” es uno de los gritos de guerra y de los hits del grupo de La China Patino y sirvió como colofón a todos los que querían bailar en los escenarios del Sonorama, frente a la confusión que levantaba en las gentes que iban a ver a Amaral, casi exclusivamente, y que no entendían mucho el concepto musical que Cycle estaba dejando patente en el escenario.
Terminado el concierto de Cycle, era hora de la llegada de Amaral al Sonorama. Pocas veces un grupo de este calado mediático, o erróneamente asociado a otro tipo de fórmulas musicales, quizá tan mayoritarias, ha estado presente en el Sonorama, y más con el privilegio de ser quienes ponen el punto y final a una edición tan especial y extensa como ésta, que ha durado un día más de lo habitual. Antes del concierto, sonaba La Buena Vida en los altavoces, llamando a la gente que todavía estaba rezagada a que entrasen al recinto del escenario para el concierto que iba a dar comienzo. Fue un recital iniciado con temas de su último disco editado “Gato negro/Dragón rojo”, temas que el público coreó de principio a fin, bien aprendidos y entregados. La retroalimentación escenario público era más que evidente, y servía para que Juan y Eva, acompañados de la nueva banda de la gira, compuesta por miembros de Sexy Sadie, se fueran entregando a un público que se dejaba querer. Algunos arreglos de guitarra, como el incluido en Surmenage hace tiempo, aparieron en el concierto, así como temas nuevos. “Antártida” canción homónima al nuevo sello que han creado Juan y Eva, y “Montaña rusa” con reminiscencias a The Cure, fueron los dos temas del nuevo disco que sonaron. El resto de temas, la mayor parte de ellos cargados de electricidad, fueron de sus trabajos anteriores. Acabando el concierto con un doble bis y “Revolución” desde un megáfono cubierto de lentejuelas verdes, a juego con el vestido que lucía Eva Amaral para la ocasión.
Y así, entre acordes, sonoritos y allegados, acabó el Sonorama 2011. Esta ha sido una crónica escrita desde el buen recuerdo que dejó este festival. Evidentemente el festival tuvo sus fallos, como el sonido el primer día en el escenario Ribera, el orden y situación de algunos grupos, o la ausencia de un set de Djs para terminar el festival in situ, como dice la regla no escrita de los festivales de acabar todo festival con “un poco de zapatilla”. De todos modos, la organización del festival fue excepcional, probablemente de las mejores de todos los festivales que hemos asistido este año. La coordinación con la gente de Aranda, los conciertos de la mañana y las actividades paralelas como la cata de vinos o el almuerzo en las bodegas, siempre son un acierto que confieren al Sonorama un sabor especial que hace que el que va una vez tenga ganas de repetir más ediciones, no sólo por la relación calidad precio, que es excelente, sino por el trato recibido por la gente de allí, los sonoritos y los arandinos, una relación simbiótica que hace de este festival un referente anual para la música en España y del que esperamos poder disfrutar de su decimoquinta edición, que ya se auguraba en twitter como un “cartelón”. Así sea.
Gracias a Cristina Moreno por el gran trabajo realizado con la cámara y el material fotográfico que nos ha cedido para ilustrar esta crónica.
David Verdu @david_verdu @Ccirculares ha twitteado el festival al minuto, podéis seguirnos en twitter para próximas ediciones y próximos festivales.