Cercano, íntimo y personal, así fue el paso de Iván Ferreiro por la sala Wah Wah de Valencia el pasado fin de semana donde los hermanos Ferreiro hicieron doblete para presentar su último disco con solo una guitarra, un piano y una voz que dejo a los asistentes con ganas de más.
Contagió con su música, pero sobre todo con su naturalidad y con el halo de intimidad que consiguió crear en una reducida sala que colgó el cartel de aforo completo. Un espacio donde sus seguidores aguardaron impacientes durante algo más de una hora para escuchar las “confesiones de un artista de mierda”, y donde ni los descansos “obligados” rompieron con el clima de complicidad establecido con el publico.
Consiguió que los asistentes le escucharan en el silencio de la casi totalidad de una sala dispuesta a apreciar hasta el más mínimo matiz y de este modo comenzaron a sonar temas como “Me toca tirar” “Paraísos perdidos” o “SPNB” incluidos en un disco “confesionario” desde el que Ferreiro se libera de la forma más apasionada de lo que lleva dentro.
Apenas habían comenzado a sonar tres canciones cuando se veía a un artista medio confuso reconociendo que “casi me voy al suelo con Canción de amor y muerte, muy apropiado ” por un pequeño mareo que le obligo a tomarse un breve respiro y tras el cual, volvió recuperado y con alguna que otra sorpresa. Ya en la segunda parte del concierto la emoción llevo a romper el silencio de los allí presentes al corear canciones rescatadas de su etapa de los Piratas como ”Años 80”, “Promesas que no valen nada” o “M”, que sonó tras su petición entre el publico sin saber, como el propio Iván decía “ si la toque porque la pedisteis o por que tocaba en la lista”.
Tampoco faltaron canciones versionadas de grupos tan conocidos como El Último de la Fila, Pereza, Lori Meyers o Love of Lesbian subiendo cada vez más el ambiente de un concierto que alcanzo su pleno éxtasis con “Turnedo”, “El viaje de Chihiro” y “El equilibrio es imposible”. Un broche de oro perfecto a algo más de hora y media de confesiones en las que los hermanos Ferreiro demostraron que para hacer buena música no hace falta ni grandes escenarios, ni puestas en escena teatrales que en ocasiones lo único que hacen es disfrazar verdaderos espectáculos como el que se vivió en la Sala Wha Wha.
Bianca Ruano.